¡Coña! o coñac si quiere usted tomar un trago.
No estoy de humor para que un crío tome el pelo
a esta vieja.
Se acercó la pequeña, con ese muchacho desaliñado,
de pantalones caídos y gorra ladeada como si
el viento le hubiera sorprendido.
Ofrecí pastas y leche templada.
Como un raterillo abrió todos los armarios
me hizo recordar los tiempos pasados
cuando venían esos hombres
a ver si podían llevar algo.
Oiga usted señorito, todo lo que busca está en la mesa
siéntese.
Me respondió haciéndose con el derecho de palabra.
me dirijí a Claudia, la besé la mejilla
lo miré a él con serenidad y severamente
va a empezar la misa, gracias por vuestra visita.
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2 comentarios:
Cuanto podemos aprender de usted. Gracias por sus relatos.
Un abrazo
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