Carta a mi hermana Regina.

Querida Regina,

En el pueblo todos comentan que huiste como el vapor de la tormenta y me dejaste sola; pero yo hago oidos sordos, tú y yo sabemos la verdad y con eso basta; ya se encargará la vida de morderles a ellos.

En la que era la casa de padre ya han sacado por fin la polilla de los armarios y barnizado la madera - dos veces - ...
El hijo pequeño de Celis el carpintero, ha metido las manos en la pintura y agitándolas eufóricamente al saludarnos ¡ha moteado toda la casa!. He tenido que contenerme la risa, pues ha hechado a perder el trabajo de tres días y lo han reprendido; pero si lo ves: parecía que le llovían sonrisas de las manos con aquellas miles de hermosas gotas blancas. Me recordó a los mimos que vimos en Madrid.

Luego, colocándose el lápiz de un gigante sobre la oreja...me ha dicho que quiere también ser carpintero¡Este crío...!¡es para despepitarse!.

Regina, no te apures por tu ausencia, Pedro y Maritere están conmigo.
La casa la guardo yo.
No te olvides de que la correspondencia has de enviarla a la tienduca y sin remite.

Un fuerte abrazo Regina ¡la semilla del monte!
de tu hermana Leonor.